Conferencia
El paisaje como expresión territorial del metabolismo social. Retos actuales de la ordenación del territorio.
Francesc La-Roca Cervigón, Universidad de Valencia
Lunes 5 DE NOVIEMBRE, 17,30, aula XXIX Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Sevilla
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SINTESIS:
El sustento material de las sociedades humanas se puede representar como un proceso metabólico, colocando en el centro del análisis los flujos de materiales, energía e información necesarios para el mantenimiento del conjunto de actividades sociales. A diferencia de otras especies, la humana ha transformado y ampliado a lo largo de la historia su metabolismo colectivo. Para ello ha realizado un conjunto de intervenciones en su entorno que se puede describir como colonización de la naturaleza. Este proceso de colonización, que abarca desde la domesticación de especies a la construcción de las infraestructuras necesarias para la movilización de materiales y energía, modifica el territorio configurando paisajes característicos, a medida que cambian las técnicas e instituciones sociales de intervención en el medio.
El agotamiento del modo energético fosilista, que ha sustentado el metabolismo industrial de los últimos 250 años (aproximadamente) plantea un conjunto de cuestiones relevantes para la reflexión acerca de la evolución futura de los paisajes y de las posibilidades y límites de la intervención humana intencionada en esa evolución. La ordenación del territorio (OdT) es un instrumento privilegiado de esa intervención intencionada, que se enfrenta a importantes retos. Entre ellos, la conjugación de diversas escalas: en la dimensión espacial se actúa generalmente en un ámbito (local, regional, etc.) que no es independiente de fenómenos globales, ante los cuales no existen instrumentos análogos a los empleados en dichos ámbitos. Por otra parte, en el eje temporal, la incertidumbre derivada de la desestabilización de los sistemas globales –el cambio climático y sus consecuencias, por un lado, pero también la inestabilidad económica y política debida a la financiarización de la economía- y la ignorancia insuperable asociada a los sistemas complejos, complica la anticipación del futuro requerida en la planificación de acciones que tendrán efectos a medio plazo (20-50 años). Es más, la catástrofe -es decir, el colapso del sistema- debe ser incorporada también como un escenario posible, si bien, por definición, impredecible.
La incertidumbre y la imposibilidad de control de los fenómenos globales erosionan la base de los enfoques tecnocráticos vigentes. Una OdT a la altura de los retos planteados debe afrontar con humildad los límites del conocimiento y apoyar en procesos deliberativos democráticos las decisiones que, por sus potenciales y desiguales consecuencias para los ciudadanos actuales y futuros (Beck), obligan a optar entre alternativas precarias. El principio de precaución (y no arrepentimiento) cobra un nuevo protagonismo en las estrategias de adaptación al cambio global en las que la resiliencia de los socioecosistemas es un objetivo central.